Friday, 7 September 2012

We are Infinite~+

habia una vez, en un reino muy muy lejano, un apuesto e insolente principe que rara vez me dirigia la palabra. en ocasiones, cuando se le encontraba de buen humor, uno podia contar seguramente con un saludo en voz baja, casi inaudible y la mirada totalmente perdida en la lejania que solo el podia ver. curiosamente, este principe era casi ciego a la luz del sol, pero al anochecer adoraba admirar las estrellas en su jardin. habia perdido la movilidad de su cuerpo, pero su gran pasion por la vida era ensayar coreografias todo el dia. no podria generar un sonido nunca mas en su vida, pero los que lo escuchaban, sabian que su voz era un don digno de presenciarse tantas ocasiones como fuera posible. este principe era casi un muerto en vida debido a una extraña maldicion- poder oir lo que los demas no percibian. no estaba seguro constantemente sobre que eran aquellos sonidos que no lo dejaban dormir, a veces eran gritos desesperados, otras tantas eran plegarias cerca de una iglesia y en unas mas las descomunales campanas de un convento que le llamaban sin cesar hasta su perdicion.

el rey y la reina en numerosas ocasiones habian recurrido a los hechiceros de pueblos proximos exigiendo una cura para el unico heredero al trono, sin embargo, en todas y cada una regresaron a su castillo con las manos vacias y victimas de la depresion que les causaba ser testigos de la lenta pero segura decadencia de su hijo. paulatinamente, el principe empezo a negarse a sonreir a la vida, no deseaba ni siquiera abrir las cortinas de su habitacion o recibir visitas que anteriormente llenaban sus ojos de ese brillo especial. ahora su unica ambicion era permanecer en cama, en completo silencio y en profunda oscuridad hasta que el siguiente amanecer lo sorprendiera nuevamente y le insistiera en observar aquello en lo que el mundo se habia convertido. lo que nadie en aquel reino sabia y el principe se negaba a admitir era la verdadera causa de la maldicion que le acontecia desde meses atras, un pequeño deliz que le provoco la inexistencia del deseo de vivir y la presencia de sus inusuales alucinaciones auditivas. aquel secreto habia sido una de las maximas razones de felicidad durante años para el joven principe, sin embargo, ahora solo le infligia angustia y soledad el haber perdido lo que el mas amaba. algo que solo el pudo ver en su momento, algo que mas de uno señalaria como anormal, algo....que en esta dimension no podia existir.

el tiempo transcurria lentamente en aquel pais olvidado a la frontera del mar mientras que en el resto del mundo ya no podia distinguirse un amanecer de la noche. con severo dolor, eventualmente la familia real decidio resignarse al inevitable destino que perseguia sin tregua al principe ya que comenzaba a presentar los primeros sintomas de una muerte inminente. a tal grado habia avanzado su condicion que el ya no era capaz de recordar su idioma principal, su ciudad natal que con mucho cariño lo vio crecer ni aquellas personas que en algun momento fueron su mayor adoracion. a este dia, lo unico que el principe podia entender eran las melodias, desesperanzas y sonidos producidos por la maldicion, hasta que...en uno de sus dias finales, una de esas voces le hablo con claridad por unica vez. le comento con entusiasmo sobre lo que existia mas alla de su reino, de aquellos lugares que el siempre pedia visitar y de su maximo deseo- ver de nuevo a aquel joven que tanto amo. con una imperceptible sonrisa, le relato lo que habia sido de aquel afortunado que gano su corazon con tan solo una mirada y un timido saludo, con promesas de un futuro y una bella tranquilidad. el heredero cerro los ojos mientras escuchaba con atencion y pedia que aquella voz le dijera mas y mas. con un ultimo suspiro, finalmente pudo comprender la verdadera razon de su pesar- aquella necesidad egoista que por siempre nego su felicidad.

fue asi como el principe, al terminar el dia, por fin pudo decirle adios.