1576
Era un apacible y sereno atardecer de inviernoe en el que los ultimos rayos de sol reflejaban haces rojizos y malva sobre la nieve que cubria los senderos del pequeño pueblo. Por donde se viese, el paisaje blanco y cristalino ofrecia una inusual estatica y tetrico silencio, como si estuviese consciente de que el cambio de estacion se encontraba en pleno apogeo y permanente presencia. Las lejanas montañas estaban adornadas con lo que a la distancia parecian ser luciernagas aisladas de verano; sin embargo, si se prestaba especial atencion, podria observarse una realidad diferente: austeras y calidas cabañas construidas al rededor de los bosques comenzaban a encender las antiguas velas y unas cuantas lamparas de aceite, obsequiadas cordialmente por el ministro anterior. A pesar de la sencillez en la que vivian aquellas familias, podia notarse la sincera felicidad y profunda paz que rebosaba en el pueblo. Arboles decorados para la presente ocasion, lideraban con listones rojos y verdes el trayecto hacia la renovada iglesia, siendo mecidos por el gelido viento de noviembre y suspirando un aire de bienvenida a los forasteros, casi invitandolos a quedarse para resguardarse del frio. A lo lejos, en lo que seria la avenida principal, se podia ver el humo ascendiendo desde las chimeneas de roble (el material preferido de la region), y algunos copos de nieve aun cayendo sobre el reloj de la plaza, el cual anunciaba casi la medianoche. como era tipico de la epoca invernal, en las ventanas recubiertas de marcos dorados de algunas viviendas, podian notarse deliciosos postres de manzana y canela crujiente, los cuales despedian un dulce aroma a azucar quemada y un indescriptible sentimiento de armonia que inundaba las renovadas calles. si hubiese arribado unos momentos mas temprano en los que los establecimientos estuviesen en horas de servicio, probablemente hubiese sido testigo de la vida cotidiana de los habitantes, amables comentarios, timidas miradas y sobre todo la sensacion de union y prosperidad. a pesar de sus frecuentes visitas y calidos recuerdos, en esta ocasion la afliccion que la acompañaba era diferente, ya que sabia que no podia regresar a casa si no cumplia con la encomienda solicitada por la reina. en algun otro instante podria haberse dirigido al acogedor hostel cercano a la iglesia y, con una amable sonrisa y breve explicacion de su llegada, probablemente la dueña le ofreceria su mejor habitacion y una taza de chocolate caliente, junto con su suave conversacion. ese era uno de los ligeros detalles que llamaban su atencion sobre las personas y a su vez alegraba a su corazon: esa inquietud e inherente curiosidad por sus relatos de ciudades lejanas e industrializadas que abrian sus puertas al horizonte del este y descubrian maravillas diariamente; dragones profundamente dormidos que guardaban secretos milenarios en lo mas recondito del mundo, sirenas deleitando a los marineros con sus melodias de perdicion al otro lado del mar. cuando el tiempo se lo permitia, en los amaneceres anteriories a su partida, contaria amables historias a los niños en el parque previas a sus horas de estudio, siempre en compañia de varios transeuntes y algunos jovenes con deseos de aventura, quienes se detenian a la distancia para escuchar disimuladamente.
cada visita le habia traido recurdos unicos y nuevos relatos para contar, no obstante, en esta ocasion, la sonrisa que la caracterizaba no alcanzaba sus ojos ya que en su pecho yacian malas noticias. con cierta resignacion ante el hermoso paisaje, suspiro una vez mas mientras daba media vuelta y elegia el camino contrario a aquel pueblo sin poder evitar la ligera agonia que pesaba en su andar. llamo con un agudo silbido a su caballo, el cual se encontraba a corta distancia del sendero principal, y coloco con cuidado la montura mientras acariciaba su pelaje en señal de tranquilidad. observo por ultima vez detras de si acomodando su abrigo hecho de hilo de plata y carmin, para emprender nuevamente hacia el norte a traves de las inhabitadas colinas hacia su destino sin conocer. estaba consciente de que las rafagas de nieve y crecientes ventizcas harian mas dificil completar su trayecto; sin embargo, su esceptico reino no tenia mas solucion si no se apresuraba entre los espesos bosques ya dormidos. sin ser capaz de evitar cierta frustracion, observo el sendero andado y descubrio que las avalanchas y helada lluvia imposibilitaban el correcto funcionamiento de su brujula, por lo que quizas deberia retroceder al pueblo nuevamente; no obstante, eso significaria una fatal perdida de tiempo para el rey, por lo cual decidio arriesgarse solo un poco mas a pesar de que aqeullo le costase la vida. con un grado de determinacion que solo ella poseia, indico al caballo el cambio de trayectoria sutilmente inclinado al oeste, atravesando durante horas el camino fortuito y peligroso, hasta que su fiel acompañante no pudo continuar.
a pesar de la escasez de tiempo y abundante prisa, sabia que no podia seguir de esta manera. ambos necesitaban reposo y se arriesgaba constantemente al acecho de cazadores y bestias salvajes que rondaban por los alrededores; sin embargo, no sospechaba la amenaza mortal que la observaba entre las sombras. decidiendo descansar hasta ver la luz del amanecer nuevamente, ofrecio a su caballo sus ultimas reservas de aguamiel y sus mejores fresas, las cuales le habian sido obsequiadas por la ama de de llaves del castillo antes de partir. sin importarle demasiado el frio, acampo cerca de un acantilado en el que esperaba encontrarse a salvo, mientras colocaba sobre ambos aquel abrigo perteneciente a la elite del ejercito, la ultima esperanza del rey. con cansancio atrasado de varios dias y urgencia por el mañana, concilio el sueño rapidamente, guardando con recelo entre sus manos el dije de su collar, simbolo de la patria a la que servia desde que tenia memoria.
suavemente, a la distancia, las estrellas del cielo nocturno la observaban desde las alturas, adivinando sus honorables intenciones debido al emblema que portaba en su uniforme y la falta de paz que se reflejaba en su rostro aun dormido. habian escuchado en noches nateriores de la preocupacion de caos que aquejaba a los humanos del norte ya que la muerte de su rey se veia inminente, no obstante los esfuerzos de las hechiceras mundanas y advertencias anteriores a sus consejeros. debido a que el rey no se acercaba todavia a la veintena de años y la destreza demostrada en el arte de la guerra habia sido el orgullo de su padre, se reyo conveniente que ocupase su lugar antes del tiempo señalado por sus antecesores y fuera simbolo de prosperidad y jovialidad para el reino; sin embargo, tan solo unos dias posteriores a su coronacion, fue victima casi letal de un ritual perpetrado por un enemigo desconocido con la esperanza de ver su pronto final. y...al parecer...este no se encontraba muy lejos de la realidad; por lo que en un ultimo intento por parte de la reina, se le solicito a ella, como el miembro mas valioso de las fuerzas armadas, que cumpliera con la peligrosa mision de restaurar la armonia en el reino.
las estrellas cuidaban su sueño mientras comentaban los ultimos rumores desde su lugar entre las escasas nubes, cotilleando timidamente sobre el desastre que recaeria en la joven soldado. en su afan de encontrar un lugar de descanso, no le fue posible notar el profundo desvio en el camino al norte, varios kilometros aun faltantes que no podria recorrer en la proxima tormenta de nieve. apiadandose ligeramente de su condicion e inocencia ante su futuro fracaso, la estrella mas brillante y cercana a la aurora boreal decidio romper el silencio de diversas eternidades para, por primera y ultima vez, requerir de la ayuda de la unica hada bajo el sol que podria intervenir para evitar tan oscuro desenlace.
"atenea, atenea, despierta!" llamo con apuro al otro lado del viento. "un humano te busca, pero ha tomado un sendero erroneo y tiene poco tiempo"
aquella joven hada, tan solo unas cuantas decadas de existencia, mirada inexpresiva, pero extrema curiosidad, respondio al llamado distante de la estrella. "siempre han despertado tu atencion aquellos seres, no es asi, airashisa? no me esta permitido interferir y los humanos conocen las reglas. si a pesar de eso procura buscarme..." a pesar de que la duda llego a asomarse en sus ojos, unos instantes despues nego ligeramente con la cabeza en señal de profunda tristeza, ya que incluso si fuese capaz de ayudarle, los recuerdos de traiciones varias y promesas rotas aun se encontraban frescos y renovados en su memoria, como heridas que no cicatrizarian pronto. atenea habia perdido la fe en la humanidad gradualmente pero de forma constante debido a la falta de lealtad y valor en aquellos que pedian su ayuda, ya que frecuentemente solo se le solicitaba como si se tratase de un amuleto de buena suerte o para inflingir daño en otros de su misma especie, un defecto que no podia entender. atenea levanto la mirada hasta cruzarse con airashisa, quien podia ver claramente la decepcion de la que habia sido testigo en sus limitadas decadas de vida. airashisa entendia a la perfeccion su falta de motivacion e interes por los humanos debido a que en realidad no habia mucho que pudiese hacer por ellos si no notaban por si mismos la culpa que les carcomia desde su creacion, pecados de pensamiento, obra y accion.
"shisa...me conoces mejor que nadie y sabes a conciencia que cualquier favor que requieras de mi parte, jamas se dara por rechazado mientras pueda hacer algo por ti"- respondio en voz baja a aquella que habia sido su confidente, institutriz y consejera- pero en este caso...realmente no creo ser la indicada para siquiera descender ante la presencia de esa soldado. nada me aclara que sea digna de recibir nuestra ayuda, nada me ofrece la seguridad de saber que ella sera diferente a los demas, quienes solo se preocupan por cumplir deseos efimeros de riqueza y egoismo". atenea se disponia a regresar del otro lado, a sus eternos aposentos al final del meridiano del norte de donde no podria ser invocada nuevamente por una voz humana.
"atenea, espera. entiendo tus sentimientos, ya que nosotros hemos existido durante milenios anteriores a tu existencia y sabemos a la perfeccion de lo que los humanos son capaces: destruccion, muerte y rencor hacia si mismos y sus hermanos, buscando siempre diferencias para hacerse sentir mas importantes que los otros, mientras que su fortaleza radica en sus similitudes..." atenea le observo un tanto confundida por su explicacion. si de esta manera pensaba convencerla, ciertamente lograba lo contrario.- pero por favor entiende, por favor escucha, que aun tengo esperanza en que puedan cambiar sus bajos instintos y renuente forma de ser. son una especie bastante reciente comparada con las demas de las cuales ignoran su existencia, y posiblemente su frustracion se deba a la falta de consejo y guia, por lo cual hasta cierto punto es responsabilidad de nosotros ayudarles a encontrar su camino. atenea, te lo suplico, tu eres la unica que puede descender en el invierno terrenal. yo...te doy mi palabra, intercedere por ellos, pero por favor, apresurate, que esta pronto a amanecer".
atenea tan solo se limito a observar con cuidado a aquella humana que descansaba a la intemperie, buscando una cura incluso en sueños para un problema que no tendria solucion si no cooperaba y cumplia lo requerido por airashisa. un tanto contrario a sus propios motivos y sin creer realmente que un resultado positivo tendria lugar en esta experiencia, suspiro con el corazon roto y algunas lagrimas a punto de delatar sus verdaderos sentimientos. airashisa sonrio con un atizbo de esperanza y beso su frente, intentando transmitirle un poco de calma. podia sentir la urgencia en la voz de airashisa y el verdadero deseo de ayudar a aquel ser mortal en su cometido, por lo que, evitando mostrarse demasiado interesada en una situacion que para ella solo duraria un minuto, tomo la mano de airashisa y en su mirada prometio tranquilidad al mundo
------------------------------------
aquel habia sido el invierno mas frio de su vida, aunque contaba con una calida fogata a su izquierda y un recipiente de aguamiel, se preguntaba seriamente a si misma si seria capaz de sobrevivir la noche. aun mantenia los ojos cerrados a la espera del ultimo llamado de la torre ya que sus constantes premoniciones de sangre recorriendo el valle y cadaveres en la catedral, le hacian confundir sus sueños con la realidad, asi que, victima de un creciente temor atipico del ejercito, se negaba a dar la bienvenida al amenecer hasta que una extraña y desconocida voz llamo dulcemente. creyendose todavia en el extremo del dia y la fantasia, su curiosidad vencio a la razon al escuchar una melodia no terrenal que suspiraba al ver el paisaje de las montañas.
"atenea!" ante la inesperada presencia del unico ser que podria ayudarle, ofrecio su espada y el emblema del rey como prueba de honor y servicio. se hinco ante ella, quien se limito a sonreir tiernamente con un suspiro. "atenea, en nombre del representante del mundo, solicito humildemente tu ayuda..." aclamaba su discurso previamente ensayado sin atreverse a dirigirle la mirada, ya que ninguna otra persona, viva o muerta, la habia encontrado jamas, segun la historia que conocia. atenea le veia divertida apoyando su cabeza en la palma de su mano sin escuchar realmente sus palabras debido a que se encontraba inesperadamente cautivada por su ingenuidad y determinacion. al termino de su monologo, la joven soldado continuaba inclinada en la nieve a prudente distancia de atenea. profundamente consternada por la falta de respuesta por parte del hada, instantes mas tarde se irguio preocupada, tan solo para cruzar su mirada con la de ella por primera ocasion. atenea no puedo evitar sonreir con pesar ya que aqeulla soldado le recordaba la inocencia de los humanos, intenciones respetables y la busqueda constante del bien comun sacrificando siempre los intereses personales en una perpetua batalla de la que pocos resultan victoriosos. con una gelida mano, levanto su menton cuidadosamente.
"entiendo tu necesidad, humana", procuro sonreir, "pero...a pesar de tu requerimiento, no has aclarado tu identidad. en nombre de quien debere protegerte?" le invito a tomar asiento a su lado mientras la observaba con cariño. "lo que solicitas- bajo la mirada no deseando ver la decepcion en su rostro-"unicamente Virgo podria ofrecerlo en primavera..."
rapidaemnte, la soldado regreso a su postura anterior, frente a atenea. sus castaños cabellos caian de forma rebelde sobre sus ojos esmeralda, cubriendolos con delicadeza para que no se notaran las lagrimas proximas a caer. "mi nombre es Amélie Veir, novena hija de la la familia y fiel sirviente de mi pais. me han encomendado pedir tu ayuda para salvar al rey, quien ha caido en la oscuridad de un hechizo que no podemos deshacer. han sucedido ya varios dias y aun no conocemos una cura, por lo que el sacerdote nos comento serias nuestro ultimo recurso" - su voz entrecortada era una prueba de su desesperacion latente, lo cual rompia profundamente el corazon de atenea- "si pudieses ayudarnos solo hoy, juro en el nombre del rey que no te buscaremos nunca mas". intenando disimular lo mas posible su reciente sorpresa ante el nombre de quien invocaba su ayuda, comprendio finalmente el motivo por el cual aquella estrella le habia llamado con tanto fervor. esa joven...
"levantante, Amélie, que finalmente he entendido la razon de tu existencia- atenea le ofrecio su mano para reincorporarse y quedar a la altura de su mirada.- eres la unica persona a la que respodere en vida, ya que el apellido que tan dado en legado fue regalo de alguien cercano a mi. no es la primera vez en la que me he encontrado con tu familia y jamas han dudado en demostrar su valentia, exactamente como lo haces ahora".
Amélie seco las lagrimas que decoraban sus mejillas en lo que parecia ser un intento de sonrisa. "solo debes saber que..fue airashisa quien me ha llamado para ayudarte ya que resolvio que perdiste tu camino en la tormenta"- con delicadeza y sumo cuidado, retiro un cristal de nieve de su tunica celeste para entregarlo a Amélie- llevalo en tu abrigo hasta llegar a tu destino. no te preocupes, a pesar de ser hielo, se mantendra intacto. lamentablemente...espera...tal vez funcione"
Atenea observo con detenimiento el lago congelado que descendia en primavera hasta el valle y, sin dejar de sonreir, se inclino ante el. con extrema sutileza e invocando en un idioma antiguo desconocido para la humanidad de ese tiempo. cerrando los ojos, paso su mano a traves de la superficie gelida, creado algunas ondas desde la profundidad que paulatinamente tiñeron el lago de un sutil color blanco. aliviada de que su plan hubiese funcionado como lo penso, retiro del agua un pequeño lirio carmin con tonalidad plata, cuiriosamente parecido al uniforme de Amélie. Aquel lirio parecia tan fresco y lleno de vida como solo seria posible en primavera. Atenea lo entrego ante una expectante soldado, bastante satisfecha de si misma ya que nunca habia intentado una hazaña como la presente. de la nada creo una pequeña caja de cristal transparente en la que el lirio deberia reposar hasta llegar a su destino.
Amélie, aun perpeleja ante su buena suerte e infinitamente agradecida, continuaba sin poder creer lo que habia observado. habia escuchado anteriormente de la mitologia y seres sobrenaturales, sin embargo, debio admitir a si misma que en cuanto la reina le encomendo buscar un hada en pleno invierno, sospecho por unos minutos que quizas seria una tarea fatal y la estaria lanzando al vacio en un ultimo intento suicida. a pesar de la limitada esperanza que llevaba consigo, jamas considero la oportunidad de encontrarse con atenea, ya que solo se hablaba de ella en libros antiguos sin otra condicion ni encantamiento. con una pronunciada reverencia y leve sonrojo a causa del frio ( o eso preferia pensar), agradecio su ayuda timidamente antes de prepararse para partir.
"ah, espera un instante, Amélie! Para que pueda continuar la vida del rey, deberas seguir mis instrucciones claramente- sentencio el hada con voz firme- los dias de aquel al que prometiste servicio, ya han concluido, sin embargo, le prestare un poco de mi propio tiempo, solo el suficiente para mantener la paz en el reino y la posibilidad de terminar todo aquel asunto pendiente, incluyendo la formacion de su heredero"
ciertamente esta no era la respuesta mas favorable para Amélie, ya que ella imagino un escenario perfecto en el que su realidad tal y como la conocia continuaria de la forma a la que estaba acostumbrada. inclino ligeramente su cabeza sin mirar a Atenea y acepto su condicion con cierto pesar. al parecer nadie era capaz de engañar al transcurso de los dias ni a las leyes de la naturaleza: cierto aspecto que habia preferido olvidar. al notar la decepcion del soldado, Atenea sonrio tristemente, deseando poder hacer mas por ella.
"este pequeño lirio te ayudara en los momentos de adversidad a cambio de ciertos favores. ya que aun es invierno, me vi obligada a invocarlo antes del instante en el que debia llegar al mundo, debido a que no se le esperaba hasta la primavera - quizas tendre problemas con Virgo por esto- es por ello que el lirio todavia duerme apaciblemente esperando a que el calido clima del lago lo despierte"
Amélie la observo preocupada por el bienestar de la reciente flor, ya que estaba consciente del peligro que las bajas temperaturas registradas este invierno representarian un riesgo mayor.
"no hay de que preocuparse- continuo Atenea, descifrando su expresion- este lirio puede resistir mas de lo que crees, varios siglos de hecho, con el cuidado correcto. la unica desventaja que posee es que no se le ha enseñado la esencia de como ser un lirio. no conoce sus responsabilidades en el mundo ni lo que se espera de el, asi que, en orden de la pronta recuperacion del rey, la persona a la que el haya amado de forma sincera, la reina, debera colocar al lirio en la ventana de su habitacion durante al menos un dia completo. le comentara al lirio sobre todas las cosas que aprecia de su vida, aquello que ame de reinos vecinos y hasta el mas minimo detalle que pueda interesarle a la flor. esto ayudara y animara al lirio a despertar, curioso por ver las maravillas que le describen y ansioso por la esperanza que le hayan infundido. y al segundo dia, junto con el, despertara tu honorable rey".
Amélie suspiro lentamente, aun victima del frio que se acercaba a aquellas montañas y asintio ligeramente con la cabeza, aun un tanto sorprendida de haber resultado avante en su busqueda de una cura para el reino. en aquel momento, lo unico que deseaba era regresar a casa lo antes posible, ya que, segun sus calculos, aun tenia que recorrer dos dias de camino antes de ver al rey, por lo que el tiempo era menester.
"ah, antes de que te retires..."llamo Atenea al ver el sutil cambio de color en su rostro a la distancia- me gustaria que esto fuese un intercambio, ya que deseo algo que ha estado en posesion de tu familia. aquella ocasion en la que asisti a tus antecesores, prometi que les comunicaria lo que pediria a cambio, no obstante, cuando regrese a buscarlos, ya era demasiado tarde"
"le dare lo que desee, Atenea. has prometido calma y prosperidad para mi reino. ningun precio es demasiado por la continuacion de la vida del rey" afirmo Amélie con cierta determinacion que convencio a Atenea de haber tomado la decision correcta al descender para ayudar a los humanos.
"en ese caso, ya que se acumulan dos favores, pedire dos cosas en recompensa"- se acerco lentamente a Amélie, señalando su pecho- deseo el simbolo de tu rey, aquel dije que adorna tu cadena". Amélie, un tanto confundida ante tal peticion, accedio con un sutil asentimiento mientras desabrochaba el collar que la habia acompañado durante toda su vida- si se puede saber...¿hay alguna razon en especial por la cual ha captado tu atencion?" se lo entrego con efimero pesar, el cual se desvanecio en el aire al recordar lo que habia recibido a cambio. Atenea ignoro la pregunta sin demasiado reparo ni decoro, ya que la respuesta solicitada aun no existia.
"el ultimo favor que te pedire, Amélie Veir, sera en gracia del lirio. despues de cumplir con lo requerido, te debera ser devuelto en enteridad y tu seras la responsable de el hasta el momento en el que yo regrese. cada invierno, durante una noche sera necesario que le cantes su melodia preferida para que nuevamente pueda dormir". Atenea esbozo una tenue sonrisa a aquel lirio, ya que sentia, despues de la presencia del tiempo, que se habria quedado en buenas manos y tendria el mejor cuidado posible en compañia de los humanos.
"Atenea...lamento decir que tal vez no estoy entendiendo" Amélie empezaba a considerar que aquella obligacion extraordinara no estaba en sus capacidades, ya que ella solo habia sido entrenada para la guerra sin mayor atencion a sentimentalismos. en la vida que le habian infundido, no exisitia mayor honor que el de jurar servicio a la familia real, sin perder el menor tiempo en siquiera pensar en otras opciones. sin embargo, en consideracion a atenea, decidio seguir cada uno de sus mandatos, por mas inusuales que pudiesen parecer. "hay alguna cancion que desee en particular?"
"Cambiara con el tiempo lo que el desee escuchar, pero con el timpo te lo dira tambien. Amélie...hasta el dia que te encuentre de nuevo, debera permanecer a tu lado, de esa manera sabre que eres tu."
en cuanto termino su explicacion, una ligera lluvia de nieve anuncio su presencia, decorando con cristales el rostro de Amélie- "es necesario que te retires pronto, ya que el anochecer habra desatado una tormenta que te impedira regresar a casa". sin mayor despedida y procurando que no se reflejara la tristeza que le invadia debido a su incierto futuro, miro por ultima vez sobre su hombro y le dirigio una sonrisa a la joven. despúes de un instante, desaparecio.
[ashita wa kitto kaetekite kureru ka na...]